El carpintero es la puerta P4
Uno de los iconos más firmemente grabados en el inconciente colectivo es, precisamente, el que muestra a Jesús llamando a la puerta con los nudillos de una mano, mientras en la otra sostiene una lámpara cuyo resplandor se extiende por todo el contorno venciendo las tinieblas. Se trata, por supuesto, de la conocida escena del libro de Apocalipsis:
«Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo». Apocalipsis 3:20
Resulta significativo que en todas las iglesias de Apocalipsis Jesucristo se halle situado dentro del templo, menos en la de Laodicea, a la cual se dirige el mensaje citado. Allí el Señor está afuera, a la intemperie, golpeando a la puerta sin cesar, a ver si hay alguien, un solo feligrés obvio, a quien se le ocurra la idea elemental de abrirle la puerta al Dueño de casa. Laodicea es, en términos generales, la iglesia cristiana de la posmodernidad.
Hay dos obras de arte que me conmueven al respecto, entre las muchísimas que han recibido inspiración en la imagen de Apocalipsis. Una es literaria y se trata de un clásico soneto castellano, obra del llamado “fénix de los ingenios”, Lope de Vega:
“¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierta de rocío,
pasas las horas del invierno a oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las huellas de tus plantas puras!.
Cuántas veces el ángel me decía:
—Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía;
Y cuántas, hermosura soberana,
‘mañana le abriremos’, respondía,
para lo mismo responder mañana”.
La otra obra de arte a la que me refiero es el famoso lienzo del pintor William Holman Hunt, ‘Luz del mundo’, que representa a Jesús llamando a la puerta. Se dice que, cuando el cuadro fue develado al público, había en el lugar un aguafiestas, porque nunca falta alguien así; y, en medio de los elogios, el hombre comentó que el cuadro era defectuoso, porque el maestro había olvidado un detalle elemental: la puerta no tenía picaporte; a lo cual Hunt, de inmediato, aclaró: —-No se trata de un olvido de mi parte, solo que esa es la puerta del corazón humano y solo puede abrirse desde adentro. ¡Esa es la clave!
En el episodio comentado, las cosas se complican aún más cuando el Carpintero que dice ser la Puerta, ahora es quien llama a la puerta. ¿Una puerta que toca a otra puerta? Esa idea no se le habría ocurrido ni siquiera a Guiillaume Apollinaire, “abuelo” del movimiento surrealista.
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Código Jesús, página 202-204)