En busca del Arquetipo
Siempre que la humanidad inaugura una época, algún antiprofeta anuncia la muerte inmediata del cristianismo. La Revolución Francesa –fuente de inspiración de nuestros libertadores- no fue la excepción. Sorprende releer, con dos siglos de retraso, al vizconde de Chateaubriand:
No vivimos ya en los tiempos en que bastaba decir: creed y no examinéis, puesto que se examinará por más que se pretenda evitarlo; y nuestro tímido silencio no sólo aumentará el triunfo de los incrédulos sino que disminuirá el número de los fieles.
Frente a los avances científicos y tecnológicos hay dos posiciones cristianas extremas, nacidas de las tendencias radicales de interpretación bíblica.
* Ciertos fundamentalistas consideran que todo avance científico y tecnológico es obra de los demonios o del orgullo humano, y debe ser condenado.
* Ciertos modernistas, por el contrario, estiman que el progreso es una bendición de Dios para sus hijos y aceptan prácticamente toda invención.
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Reto de Dios, página 215)